Hogar, dulce y sufrido hogar


ÍNDICE

  1. Situación de las trabajadoras domésticas
  2. OIT
    1. Estudios recientes
    2. Convenio 189
  3. Países con iniciativa de regularización
  4. Mujeres   que   apoyan   la   regularización   del trabajo no remunerado
  5. Conclusiones

1. Situación de las trabajadoras domésticas

El empleo relacionado con el cuidado es una fuente de empleo importante en todo el mundo, especialmente para las mujeres. Esta actividad comprende, no obstante, tanto a trabajadores como a trabajadoras que se encuentran involucrados en dos tipos de actividades superpuestas: las actividades de cuidado directo, personal y relacional, como cuidar de un cónyuge enfermo; y las actividades de cuidado indirecto, como limpiar. En definitiva, el trabajo de cuidados, adherida como una dimensión más dentro de paradigma del mundo de trabajo, se basa en la prestación de cuidados por parte de cuidadoras y cuidadores sin recibir una retribución o beneficio a cambio. La problemática de esta realidad subyace en tanto que los trabajadores y trabajadoras domésticas, que prestan cuidados tanto indirectos como directos en los hogares, también integran la fuerza de trabajo dedicada a la prestación de cuidados. Para cuantificar la importancia del trabajo mundial dedicada a la prestación de cuidados, se ha de reparar en los datos proveídos por la OIT, en cuanto a que existen 381 millones de trabajadores, 249 millones de mujeres y 132 millones de hombres, dedicados a la prestación de cuidados. Asimismo, estas cifras suponen el 11,5% del empleo mundial total (19,3% total del empleo femenino mundial; 6,6% del empleo masculino mundial). Según la misma institución, OIT, en la mayoría de los lugares, existe una correlación directa en cuanto incrementa la fuerza de trabajo dedicada a la prestación de cuidados, mayor es la proporción de trabajo dedicada a ella. De este modo, aproximadamente dos tercios de la fuerza del trabajo mundial, son mujeres siendo esta proporción mayor en las Américas y en Europa y Asia Central.

Existe, en este sentido, una relación directa entre género y el trabajo informal. En su mayoría, el trabajo doméstico se encuentra en una situación de vulnerabilidad, ya que no es reconocido ni valorado socialmente, y ello se plasma en la forma en la que se remunera y se externaliza: se manifiesta como una actividad intensiva, poco productiva y poco rentable. De este modo, al minusvalorar las capacidades precisadas para el empleo en el hogar, se relaciona esta actividad con la necesidad de capacidad de atención y de relación, sustraída directamente por el afecto personal.

La necesidad de reconducir la situación del trabajo de cuidados hacia una vía óptima se corresponde, en primera instancia, con lograr el objetivo número 8 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS): trabajo decente y crecimiento económico. Además, el reconocimiento de esta actividad implicaría directamente la adquisición de mayor ingresos públicos que resolvieran los déficits públicos; y que permitieran la inversión para la consecución de otros de los dos ODS, como son el número tres (salud y bienestar) y el número cuarto (educación de calidad)

 

2. OIT

La primera institución, de carácter internacional, que ha puesto en marcha iniciativas a favor de la regularización del trabajo de cuidados, ha sido la Organización Internacional del Trabajo (OIT). A través de la emisión de informes e instando a la ratificación del Convenio 189, se ha inmerso en una proyección de trabajos que busca la securitización de todo el amplio porcentaje que desempeñan esta actividad, no remunerada y poco reconocida. Con ello, se contribuye paralelamente a una transformación del planeta, al contribuir en una proyección hacia un Trabajo Decente, que permitirá erradicar la pobreza extrema y mitigando.

La OIT, en este contexto, se ha centrado en la situación del trabajo de cuidados, como objetivo de potenciar la igualdad de género en el trabajo así como para proyectar un futuro benefactor del trabajo. Ambos propósitos se presentan necesarios, para la adopción del ODS número 5, que tiene por objeto el hecho de reconocer y valorar el trabajo de cuidados no remunerado ‘mediante la prestación de servicios públicos, la provisión de infraestructuras y la formulación de políticas de protección social’.

a. Estudios recientes

De acuerdo al último estudio de la OIT, El trabajo de cuidados y los trabajadores del cuidado para un futuro con trabajo decente, emitido el 28 de julio de 2018, las cuidadoras y cuidadores no remunerados, que satisfacen la mayoría de las necesidades de cuidado en todo el mundo, no encuentran reconocido su labor, a pesar de la contribución que esta actividad en las economías de los países, así como al bienestar individual y de la sociedad. En este contexto, las mujeres son las que ocupan mayoritariamente esta actividad, al representar el 76,2% de todo el trabajo de cuidados no remunerado, 3,2 veces más tiempo que los hombres. La importancia sobre el uso del tiempo se representa en el consiguiente gráfico, extraído de la OIT y que está basado en la población en edad de trabajar por tipo de hogar y grupo de ingresos, llevadas a cabo en 64 países.

Se sostiene, en el propio informe, que en ningún país del mundo se registra una prestación de cuidados no remunerada igualitaria entre hombres y mujeres. En un registro de 3,2 veces más de tiempo, las mujeres se presentan como las mayores implicadas en la prestación de cuidados, dedicándole un promedio de 4 horas y 25 minutos al día. Ello genera, inexorablemente, la división por sexo del trabajo no remunerado al generarse un patrón en el que la jornada laboral de la mujer en este sector es más largo y conllevando en consecuencia, que la mujer sea sistemáticamente más pobre que el hombre. Además, los posibles ajustes de tiempo para equiparar la horas de empleo puede conducir a consecuencias nocivas para los sujetos beneficiarios de cuidados, como los bebés, los niños y las niñas, las personas con discapacidades y las personas mayores; así como para las propias trabajadoras cuyo beneficio se mide en las horas trabajadas.

En este contexto, se hace precisa la configuración y promoción de las políticas de cuidado, es decir, políticas públicas que permitan repartir recursos para reconocer, reducir y redistribuir la prestación de cuidados no remunerada en forma de dinero, servicio y tiempo. Dichas políticas pueden dar resultados positivos en términos económicos y, sobre todo, garantizan los derechos humanos, la autonomía y el bienestar de las cuidadoras y cuidadores no remunerados como de los sujetos de cuidado, en lo que respecta a la salud y la igualdad de género.

El mayor impedimento que se pone por parte de los Estados para llevar a la aplicación de las políticas de cuidados, es la limitación presupuestaria, es decir, los entornos de recursos limitados. No obstante, de acuerdo al informe de la OIT, los países con un PIB y unas estructuras socioeconómicas similares muestran diferentes políticas de cuidado y resultados, lo cual vislumbra la voluntad política de reservar un espacio fiscal para generar la promoción de las políticas de cuidado. Asimismo, en el presente gráfico extraído del informe en cuestión, se muestra la relación directa entre aquellos países que dedican un mayor gasto público en políticas de cuidado y la expresión de unas mayores de tasas de empleo de las cuidadoras no remuneradas de 18 a 54 años de edad

Además, como vía óptima y representativa de la configuración de políticas públicas de cuidado, el informe presenta el marco de las cinco R, un enfoque sensible a las cuestiones de género y basado en los derechos humanos. Para ello, crea un círculo virtuoso al mitigar las desigualdades relacionadas con los cuidados y hacer frente a los obstáculos que impiden a las mujeres acceder a un trabajo remunerado y con ello, adquirir mejores condiciones para las cuidadoras y cuidadores remunerados. Las cinco R (Reconocer- Reducir- Redistribuir- Recompensar-Representación), persiguiendo como intención la consolidación de la justicia social, se apoya en cinco ámbitos prioritarios de actuación: políticas de cuidado, macroeconómicas, de protección social, laboral y migratoria. Estas políticas persiguen una doble contribución: el reconocimiento del valor del trabajo de cuidados no remunerado (eliminación de formas penosas de trabajo de cuidado no remuneración y la redistribución de responsabilidades de cuidado entre las mujeres y los hombres y entre los hogares y el Estado); y, la compensación adecuada de los trabajadores y trabajadoras.

b. Convenio 189

En el estudio conjunto de la OIT y Gallup titulado Hacia un futuro mejor para las mujeres en el trabajo: la opinión de las mujeres y de los hombres, se sostiene que la mayoría de las mujeres que está fuera de la fuerza de trabajo querría estar trabajando. En este sentido, en el presente estudio se recoge que del 58% de las mujeres que están fuera de la fuerza del trabajo, el 22% querrían tener un trabajo remunerado; el 36%, trabajar y cuidar al mismo tiempo de su familia y de su hogar; y, el 37% de las mujeres de este grupo afirman que prefieren permanecer en el hogar. No obstante, la mitad de las mujeres en todo el mundo, se incorporarían a la fuerza de trabajo si pudieran.

En la configuración del panorama laboral de la mujer, la preponderancia en los trabajos de cuidados no remunerados, ha sido desplazado para ser el centro de debate, promovido por la OIT. La organización sostiene que, para asegurar un trabajo de futuro donde haya igualdad de oportunidades, se debe distribuir la carga de trabajo que hay en las familias a través de inversiones en políticas públicas y un cambio en el paradigma del cuidado. Además, la OIT estima que, para el 2030 serán 2300 millones de niños y de ancianos; y entre 110 y 190 millones de personas con discapacidad, que podrían necesitar cuidados o asistencia.

La OIT, en este contexto, advierte de que los trabajadores del cuidado personal se enfrentan a unos bajos salarios y a unas condiciones de trabajo precarias: en su mayoría, el trabajo de cuidados es no remunerado, es decir, la dedicación de 16.400 millones de horas aproximadamente, sin recibir una remuneración a cambio; y, a mayores, el trabajo de cuidados no remunerado afecta al número de horas disponibles de la mujer para insertarse en el mercado laboral. Es, por ello, que la organización señala que es necesario la ratificación del C.189 de la OIT sobre el Trabajo Decente para las Trabajadoras y los Trabajadores Domésticos, ya que abriría la oportunidad de alcanzar sus derechos de retribución para aquellos que ostentan estos puestos, consolidando la igualdad de oportunidades.

El convenio 189, titulado Convenio sobre las trabajadoras o los trabajadores domésticos, o también llamado Convenio sobre el trabajo decente para las trabajadoras y los trabajadores domésticos, es la herramienta promovida por la OIT para la promulgación de normas laborales para los trabajadores domésticos. Fue adoptado en la reunión número 100 de dicha organización, el 16 de junio de 2011, en la conferencia de la OIT en Ginebra. Al ser la OIT una organización tripartita, en la que el gobierno, los empleadores y los representantes de los trabajadores tienen derecho a votar, se entiende que el Convenio fuera aprobado con 396 votos a favor, 16 en contra y 63 abstenciones, representando los Estados del Golfo los votos mayoritarios a favor. El convenio entró en vigor 2 años después.

El convenio establece una definición para englobar la expresión de trabajo doméstico en su artículo número 1, apelando en este sentido, al trabajo realizado en un hogar u hogares para los mismos; así como toda persona, de género femenino o género masculino, que realiza un trabajo doméstico en el marco de una relación de trabajo. En definitiva, surge de la necesidad de visualizar el trabajo doméstico que hasta entonces, se ha presentado infravalorado e invisible y ha sido este prejuicio utilizado para ejercer sobre esta actividad, abusos atentando contra los derechos humanos de quienes la ejercen. Con ello, buscan normativizar la actividad del trabajo doméstico para que los trabajadores domésticos puedan ejercer plenamente sus derechos inherentes a su dignidad humana.

Hasta el momento, son 27 los países que han ratificado el convenio 189, del total de los Estados de dicha organización, 187 miembros. Si se busca establecer una conexión directa de por qué dichos

Estados han ratificado el Convenio, hay que deparar que, en su mayoría, los que se han adherido se corresponden con los países emisores de emigrantes, como son el ejemplo de Colombia o Perú. Sin embargo, los países receptores de esos migrantes, como es el caso de Arabia Saudita o Estados Unidos, no forman parte de este convenio y asimismo, son quienes deberían asegurar que la población que se incorpora al mercado laboral de su país, reciban la estabilidad y la protección para el desarrollo de su vida de una forma digna.

El convenio 189 consta de 27 artículos. Los posibles vacíos de regulación que se puedan entrever  en el propio escrito, quedan supeditados a la voluntad de los propios Estados para que adopten en sus legislaciones internas, las medidas para su complementación. Entre los derechos que se reconocen dentro del articulado del convenio, se encuentran la libertad de asociación y la libertad sindical, el reconocimiento efectivo del derecho de negociación colectiva y una protección efectiva contra toda forma de abuso, acoso y violencia.

 

3. Países con iniciativa de regularización

En la actualidad, en algunos países se han emprendido iniciativas en favor de la regularización de los trabajos de cuidados.

Argentina

Desde el 2004, periodo de gobierno de Néstor Kirchner, en Argentina existe la ‘jubilación por amas de casa’. Para lograr este cambio, se movilizó y concienció a la sociedad a través del Sindicato de Amas de Casa de la República Argentina (SACRA), quien defendía la necesidad de contar con una jubilación especial para las amas de casa con el fin de reconocer el aporte de la labor doméstica a la economía; y sensibilizar a la comunidad de riesgo que atraviesa este sector de la sociedad, que al no haber cotizado, no pudieron completar los aportes mínimos cuando estuvieron en relación de dependencia; o, que nunca tuvieron aportes por trabajar en negro. Se trata de una pensión no contributiva, que iguala su cuantía con la pensión mínima contributiva de cada momento del país.

Perú

En 2018, el congresista de Acción Popular peruano, Yonhy Lescano, propuso el proyecto de ley (2519) que contempla que las amas de casa de escasos recursos reciban una remuneración mensual por el monto. De este modo, las madres que no reciban ingresos o pensiones de entidades públicas o privadas, así como las que tengan hijos menores de 18 años o mayores de edad solteros que estén siguiendo con éxito estudios profesionales u oficios, podrían percibir una remuneración mensual equivalente al 70% de la remuneración mínima vital. Asimismo, este sueldo también lo recibirán las amas de casa que trabajen, pero que tengan ingresos muy bajos y en consecuencia, no estén aptos a acceder a un sistema de pensiones. Sostiene Lescano, que este sueldo sería financiado gracias a un ahorro del estado.

España

En España, con la instauración del gobierno de Pedro Sánchez, se suscitó el debate sobre la situación de las empleadas domésticas. Con el fin de manejar esta realidad, desde el Ministerio de Trabajo, se ha promovido la presunta iniciativa de ratificar el convenio 189 de la OIT sobre el trabajo decente para las trabajadoras domésticas, una de las principales demandas de las empleadas domésticas y de los sindicatos.

La necesidad de regularizar la situación de las empleadas domésticas, se precisa porque, de acuerdo a la última Encuesta de Población Activa (EPA), en España hay 637.700 trabajadores de hogar, siendo el 88% mujeres. Ahondando en la gravedad de la situación, el número de las que están dadas de alta en la Seguridad Social, es de 420.288. Según las estimaciones de la OIT, una de cada tres empleadas domésticas carece de protección social en España; siendo esta cuestión, de las que se precisa mayor atención de acuerdo a los colectivos de empleadas domésticas españolas.

 

4. Mujeres que apoyan la regularización del trabajo no remunerado

María Ángeles Durán

Nacida en 1942, María Ángeles Durán es una investigadora española especializada en el análisis del trabajo no remunerado y su relación con la estructura social y económica. Ha sido catedrática de Sociología y profesora de investigación en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, donde ha dirigido el Departamento de Análisis Socioeconómico y permanece actualmente, vinculada ad honorem en el Centro de Ciencias Humanas y Sociales. Fue fundadora y directora del primer Instituto Universitario de Estudios de la Mujer, creado en España en 1979.

En 2002, fue galardonada por el Premio Nacional de Investigación de Ciencias Sociales, Económicas y Jurídicas ‘Pascual Madoz’; y, en el 2018, obtuvo el Premio Nacional de Sociología y Ciencia

Política del CIS. También, en 2008, recibió el nombramiento como Doctora Honoris Causa por la Universidad Autónoma de Madrid; en 2012 por la Universidad de Valencia; y en 2013, por la Universidad de Granada.

Su actividad como investigadora se centra en temas como la familia, la estructura social, la sociología sanitaria, y la dimensión social del tiempo y el espacio; haciendo especial hincapié en el análisis del trabajo no remunerado y la situación socioeconómica de las mujeres. Defiende la necesidad de reconocimiento de algunos cambios sociales dentro del actual contexto que se está aconteciendo: ‘el alargamiento de la esperanza de la vida, ha implicado que surja como necesidad, la existencia de cuidados tanto provenientes de servicios públicos como del mercado. Asimismo, se ha producido la incorporación masiva de las mujeres al mercado laboral, en las edades centrales del ciclo vital y ello hace que surja una redistribución de la carga del trabajo doméstico no remunerado. Todos estos fenómenos se producen en un contexto de la aldea global, en la que el trabajo como el capital se encuentran en continuo movimiento; y, ello produce inexorablemente el movimiento de la población en busca de adquirir unas mejores condiciones de vida, siendo predominante en su situación los trabajos no remunerados’. De este modo, María Ángeles Durán defiende que para exista un sentido de justicia e igualdad de los trabajadores actuales, es necesario que haya una equiparación del trabajo remunerado y no remunerado, y la eliminación del término trabajo como referido exclusivamente al empleo remunerado. En definitiva, esta perspectiva económica y política se resume en la carga global de trabajo se mide de acuerdo al tiempo dedicado al trabajo remunerado y no remunerado por un trabajador a lo largo del día, semana, año y totalidad del ciclo vital.

María Pazos Morán

María Pazos Morán es una activista social, especializada en el tema de la igualdad de género. Fundadora de la Plataforma Internacional PLENT, que defiende reformas de los permisos parentales a nivel universal, hasta que éstos se conviertan en no transferibles y tengan la misma duración para ambos progenitores, recibiendo completa remuneración por ellos.

Obtuvo su licenciatura en Matemáticas por la Universidad Complutense y realizó su Máster en Estadística en la Universidad de Harvard, gracias a que fue merecedora de la beca Fullbright.

Pazos ha desempeñado a lo largo de su carrera personal y laboral, posiciones dentro de la Seguridad Social; en el Departamento de Estudios Socioeconómicos del Ministerio de Trabajo Español; como docente de módulos sobre ‘Economía, Políticas Públicas e Igualdad de Género’ en la Universidad Complutense y en la Universidad Carlos III; como investigadora económica para el Instituto de Estudios Fiscales (del que pasaría a ser su Jefa años más tarde en el 2003); y, como Administradora en la Dirección de Política Social de la OCDE.

Su carrera ha estado dedicada a profundizar en la comparación internacional de sistema de impuestos y prestaciones; y en la evaluación de sus impactos sobre el mercado de trabajo, la economía y la configuración social. Para ello, ha estudiado diferentes modelos de organización social y su relación con la desigualdad de género, centrándose su estudio en los sistemas de bienestar de universidades como Estocolmo, Islandia y Aalborg (Dinamarca).

Su última publicación ha sido ‘Contra el Patriarcado’, en el cual analiza y critica la actual estructura patriarcal y capitalista de nuestra sociedad, que fomenta la desigualdad entre mujeres y hombres, y promueve la Desigualdad Sexual del Trabajo. Su obra es un reflejo de su vida dedicada al activismo feminista. La base de su pensamiento se centra en las siguientes ideas: ‘el gobierno debería ser el promotor de apertura de un debate social con el fin de reconocer la existencia de la desigualdad de género actual así como la necesidad de eliminar todas las formas e incentivos que deriven en la discriminación entre hombres y mujeres. Sostiene Pazos que, en la actualidad se ha establecido un sistema de cuidados que genera una necesidad implícita de cuidado en la familia, generando así el retiro de las mujeres de sus puestos de trabajo para cuidar tanto de la infancia como de las personas en situación de dependencia en el hogar. En este contexto, en su mayoría, los hombres están alejados de este sistema de cuidados. Paralelamente, subyace la necesidad de aumentar el dinero para equiparar los permisos de paternidad y maternidad, es decir, para hacer permisos iguales, intransferibles y pagados al cien por cien. Por ello, se debe aumentar el presupuesto para universalizar el derecho a la atención a la dependencia y garantizar así que ninguna persona se retire del empleo por cuidados de larga duración.

Cristina Borderías

Una gran defensora de la regulación de los trabajos de cuidados, haciendo especialmente hincapié en la situación de la mujer, es Cristina Borderías. Historiadora feminista y profesora del Departamento de Historia Contemporánea de la UB, ha desarrollado su carrera en el campo de investigaciones de las relaciones entre el trabajo y la identidad femenina. Dirige el grupo de investigación consolidado por la Generalitat de Catalunya, Trabajos, Instituciones y Género (T.I.G). Fue presidenta de la Asociación Española de Investigación de Historia de las Mujeres (2005- 2007).

Su producción literaria se basa en diversas obras y artículos sobre la historia del trabajo e historia de las mujeres, entre las que pueden destacarse; Entre líneas. Trabajo e identidad femenina en la España Contemporánea: la Compañía Telefónica (1924-1980), del año 1993; Strategie della libertá. Teorie e storie del lavoro feminile (2003); ‘’Women worker in the Barcelona labour market, 1956-1936’’ en A.Smith (ed.); Social Protest and Labour Mobilization in the Twentieh Century (2002); ‘A gender view of family budgets in mid- nineteenth century Barcelona’’ en Histoire et mésure; ‘Los eslabones perdidos del sindicalismo democrático: la militancia femenina en las CCOO de Catalunya durante el Franquismo’. Asimismo, ha dirigido y editado la obra ‘Género y políticas del trabajo en la España Contemporánea’ (2007).

En definitiva, ha realizado importantes contribuciones al debate feminista en torno a la importancia del trabajo reproductivo, y de cuidados en nuestras sociedades. Para Borderías, en los últimos años ha habido un deslizamiento progresivo desde el concepto de trabajo doméstico o de reproducción social al de cuidados. La primera noción era más impersonal, hacía referencia principalmente al sistema económico, así como a las relaciones de poder que subyacían a la división sexual del trabajo. En cambio, el concepto de ‘trabajo de cuidados’ enfatiza la complejidad del trabajo doméstico que, además de los aspectos materiales, tiene dimensiones psicológicas, emocionales y éticas. Da importancia a la ‘calidad’ del trabajo. De este modo, sostiene que esta situación puede conllevar a reforzar la división sexual del trabajo.

Teresa Torns

Licenciada y doctorada en Sociología por la Universidad de Deusto. Profesora jubilada en el Departamento de Sociología de la Universidad Autónoma de Barcelona. Miembro del Centre d’Estudis Sociológics sobre la Vida Quotidiana i el Treball (QUIT); del Seminari d’Estudis de la Dona (SED) de esa misma universidad; y del Instituto Interuniversitario de Estudios de las Mujeres y el Género (IIEDG) de las universidades catalanas. Además, es socia de la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas (AMIT).

Su actividad de investigación se centra en temas de las desigualdades de género en relación al trabajo y a la vida cotidiana: el mercado de trabajo, el trabajo doméstico y de cuidados, el tiempo y el bienestar cotidiano; y, las políticas de tiempo y de conciliación.

Con el objetivo de entender sus líneas de defensa, sostiene Torns, ‘Se debe confiar y hacer políticas para que los hombres descubran que la paternidad, y cuidar de la vida, es una cuestión primordial a la que no deben ni pueden ni renuncia’. Junto a Cristina Borderías y Cristina Carrasco, colaboró en la publicación: El trabajo de cuidados: Historia, teorías y políticas.

Cristina Carrasco

Cristina Carrasco, de origen chileno, es profesora jubilada de Teoría Económica de la Facultad de Economía y Empresa en la Universidad de Barcelona. Es miembro del Instituto Interuniversitario de las Mujeres y el Género de  las Universidades Catalanas y de la International Association for Feminist Economics (IAFFE). También es una de las fundadoras de las Jornadas de Economía Crítica de Valladolid, forma parte del consejo de redacción de la Revista Economía Crítica; y, es miembro de la Junta Directiva de la Asociación de Económica Crítica (AEC).

Sus aportaciones teóricas y analíticas son una de las grandes referencias en la escuela de la economía feminista. Sus temas de investigación son el trabajo de las mujeres, la economía feminista y los indicadores androcéntricos. En esta línea, es autora de numerosos artículos y libros sobre estas temáticas, como El trabajo de cuidados: antecedentes históricos y debates actuales – junto con Cristina Borderías y Teresa Torns; Mujeres, sostenibilidad y deuda social; Tiempos y trabajos desde la experiencia femenina; y, su obra más reciente, Con voz propia. La economía feminista como apuesta teórica y política, en el que coordina un conjunto de ensayos, junto con otras autoras, en los que la economía tradicional ignora aspectos del trabajo directamente vinculados con el trabajo de las mujeres.

El eje de investigación de Carrasco se centra en el sistema económico actual, en el cual destaca la contradicción entre el beneficio de capitalismo y el cuidado de la vida, o ‘’entre capital y vida’’. En este sentido sostiene, que el actual modelo de acumulación capitalista se muestra incapaz de dar respuesta a las necesidades de las personas, y tiene un impacto muy específico en las vidas de las mujeres, puesto que ha ido de la mano de un modelo de organización social cuya estructura se ha basado históricamente en la desigualdad y que despliega distintos mecanismos de dominación. Por ello defiende que el cuidado de la vida de las personas es una responsabilidad social y política fundamental.

 

5. Conclusiones

Tras haber realizado el estudio de la situación de los trabajadores y las trabajadoras domésticas, sus desafíos y vulnerabilidades, se puede afirmar, según datos expuestos, la relación del género femenino y el trabajo informal, no remunerado. Ello está generando, en consecuencia, el empobrecimiento generalizado de las mujeres. La inversión de su tiempo personal en las tareas domésticas, por una relación de lazos personales, es en definitiva, un obstáculo que impide desarrollarse dentro del mercado laboral y en consecuencia, obtener la retribución que le encamine a garantizarse una pensión en un futuro.

El compromiso generalizado por los Objetivos de Desarrollo Sostenible, se ha de plasmar en soluciones que se reflejen en el terreno práctico. Para su consecución, una vía de dignificación del trabajo, que permite paralelamente el ODS8, es la implementación de las políticas de cuidado, con el objetivo de lograr el empleo pleno y productivo y un trabajo decente para todos los hombres y mujeres para 2030.

Finalmente, apelando a la Declaración Universal de Derechos Humanos en consonancia al Convenio 189 de la OIT, se ha de manifestar la igualdad de oportunidades y la igualdad ante el derecho de todo individuo. Por ello, los Estados, valedores de la articulación normativa de su territorio, debe asegurar un trabajo futuro donde haya igualdad de oportunidades y asimismo, se debe distribuir la carga de trabajo que hay en las familias a través de inversiones en políticas públicas y un cambio en el paradigma de la economía del cuidado, una actividad que en un futuro, va a estar claramente influenciada por factores como el aumento de la esperanza de vida.

Autora Beatriz Crespo

Amigos/as de la fundación